El día 24 de febrero de 1524, el papa Clemente VII otorgó, por medio de un Breve, potestad a la Inquisición de Aragón para castigar el pecado de sodomía.
El trato que el Santo Oficio dio a los acusados del pecado nefando de sodomía, fue diferente a sus actuaciones contra los herejes. Los reos conocieron a sus acusadores, fueron encerrados en las cárceles secretas, sin aislamiento total, o sólo aparecían en el auto de fe si iban a ser relajados. A los sodomitas no se les reconciliaba y los sambenitos no constituían una carga para los familiares de los
reos, una vez éstos hubiesen muerto.