viernes, 30 de enero de 2015

#mendigos#clasessociales#poblacióncoronadearagón#sodomía#inquisición#siglosxvi-xvii#

 
Los mendigos se podían encontrar en toda España. Muchos de ellos eran pobres hidalgos, que carecían por completo de medios de vida, y debido a su categoría social se negaban a realizar trabajos remunerados, pues su honra se vería manchada. Otros más provenían de los tercios que habían luchado al lado del rey, pero sus tiempos de gloria ya estaban muy lejanos.
Esa penuria les llevaba a pedir limosna, o trabajar en labores apenas remuneradas. Para dormir se dirigían a los hospitales, mesones o albergues, que disponían de estancias llenas de jergones, que debían compartir, a veces, hasta cuatro personas. Esto llevaba a roces que desembocaban, a menudo, en situaciones sexuales no siempre buscadas. Se formaba, entonces, un gran alboroto que acababa con la presencia de los familiares del Santo Oficio, y con los protagonistas llevados ante el inquisidor.
 
 

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Las clases sociales iban de los más altos títulos nobiliarios, o de alto rango eclesiástico, hasta los esclavos. Estos constituían un fructífero negocio para los tratantes de seres humanos.
En las ciudades catalanas había tres categorías: mà major, mà mitjana y mà menor. Los primeros comprendían a la burguesía, que vivía noblemente, y a los segundones de familias nobles. Muchos de estos ocupaban importantes cargos eclesiásticos, disfrutando de rentas y llegaban a poseer esclavos.
La mà mitjana estaba formada por notarios, mercaderes y comerciantes de prestigio. A la mà menor
pertenecían los menestrales.
Por debajo de todos ellos se encontraban campesinos, criados y personas que realizaban los trabajos más humildes y peor remunerados. No hay que olvidar a los esclavos, casi todos pertenecientes a los moriscos que habían permanecido en la península. 

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Entre los casos vistos, no se han encontrado acusados de sodomía pertenecientes a las clases altas - civiles o eclesiásticos-. La alta nobleza estaba formada por personas de una incultura total, pero sus fortunas representaban un tercio de lo que entraba en las arcas de Hacienda. Cualquier persona de origen noble se negaba a realizar trabajos remunerados, por el descrédito que le supondría ante el resto de la sociedad. Muchos de los segundones de la nobleza, ocupaban los altos cargos de la Iglesia.

jueves, 29 de enero de 2015

#cárcelessecretas#cárcelesdefamiliares#sodomia#inquisición#coronadearagón#

Los acusados de sodomía eran encerrados, por lo general, en las cárceles secretas. Sólo en contadas ocasiones fueron llevados a las cárceles de los familiares, o a las comunes.
Las cárceles secretas se distinguían del resto, en que los presos estaban completamente aislados del mundo exterior. A los herejes se les instalaba en celdas individuales, pero los sodomitas - según se desprende de algunos procesos - estaban con otros hombres en la misma celda.
Cuando una persona era liberada, al abandonar la cárcel secreta, debía hacer juramento de que en ningún momento repetiría nada de lo visto u oído, estuviese o no relacionado con su caso.
Romper este juramento podía acarrearle duros castigos.


lunes, 26 de enero de 2015

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SODOMIA E INQUISICION: EL MIEDO AL CASTIGO

 

Ensayo basado en la Tesis Doctoral en Antropología Social (Febrero 2002, UB), del mismo título, de la autora.

 

Es una investigación sobre 638 casos de sodomía, originales, del Archivo Histórico Nacional, de Madrid. El periodo comprende de 1550 a 1700, en los reinos de la Corona de Aragón. Sólo en esos  territorios la Inquisición tuvo competencias para castigar el pecado nefando, gracias a la bula que el Papa Clemente VII otorgó a Fernando el Católico, por medio del Breve del 24 de febrero de 1504.

 

Consta de cinco partes:

 

El origen del miedo

Análisis tipológico de los casos

Personajes y circunstancias

Los menores de 25 años

La sodomía y las mujeres

 

En el capítulo “El origen del miedo” se encuentran las leyes, tanto civiles como eclesiásticas, que penalizaban el pecado contra natura, visto como un tipo de herejía, pues contravenía la ley divina de “creced y multiplicaos”. Este pecado abarcaba la sodomía entre dos hombres, entre hombre y mujer, la bestialidad y el onanismo, por imposibilitar la procreación de nuevos cristianos.  Se exponen la composición de los tribunales inquisitoriales, los procedimientos judiciales, así como  los métodos de tortura y de castigo aplicados. Se presenta la población en la Corona de Aragón de la época.

 

El “Análisis tipológico de los casos” es un estudio de los procesos en los que aparecen las más insólitas excusas, presentadas ante el inquisidor por los acusados de sodomía, a fin de conseguir una condena más leve, ya que podían ser torturados, quemados en la hoguera, enviados a galeras, azotados, sufrir destierro o perder sus bienes.

 

El tercer capítulo “Personajes y circunstancias”, incluye los casos clasificados según los escenarios y los protagonistas de los mismos, como, por ejemplo, sodomía entre amo y subordinado, sodomía en la cárcel, etc.

 

En la época estudiada, eran consideradas menores las personas de menos de 25 años. En los procesos contra esos jóvenes no siempre se tuvo en cuenta su edad, a la hora de aplicar los más severos castigos. Muchos habían sido tentados con regalos o comida.

 

“La sodomía y las mujeres”, presenta los casos en que los hombres fueron acusados de mantener relaciones sodomíticas con mujeres, aunque algunos dijeron que creyeron estar teniendo una relación con una mujer, al ser descubiertos acostados con otro hombre.

 

Se incluyen la transcripción – parcial o total – de todos los casos, el glosario de términos y una amplia bibliografía.

 

 

 

 

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miércoles, 14 de enero de 2015

#portadanovela#elsodomitaylainquisición#novela#sodomía@#inquisición#Navarra#Marruecos#Madrid#gay#homosexual#sigloXVI#sigloXVII#


EL SODOMITA Y LA INQUISICIÓN

 

 

Novela histórica, en la que aparecen casos y hechos reales, expuestos en el ensayo de la misma autora “Sodomía e Inquisición: El miedo al castigo”.

 El protagonista, Gonzalo, un joven hijo de una rica familia navarra, huye de su casa al creer que ha sido descubierto, yaciendo con un zagal. A partir de ahí, se dirige a las tierras de la Corona de Aragón, donde conocerá a un marroquí, Amete, que tendrá un papel muy importante en su futuro, tras deambular por Zaragoza y Barcelona, donde vivirán algunas amargas experiencias, aunque también forjarán una fuerte amistad, hasta su despedida en la Ciudad Condal. 

 
Gonzalo se dirige a Madrid, donde conoce al hombre que marcará su vida. Presencia todo el fasto del Auto de Fe, de 1680 y el final de los acusados en el “brasero”, en las afueras de la ciudad.

 
Finalmente, se dirige a Marruecos, donde conoce a Ahmed, el mejor amigo de Amete, y donde cree que encontrará la paz. Pero…

 
Esta novela comprende un glosario de términos y una amplia bibliografía.

 

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#galeras#inquisición#sodomía#edadmoderna#

Las galeras del Mediterráneo eran naves movidas por galeotes - en su mayoría, condenados al remo, por un  número variable de años, pero también hubo hombres que se enrolaban como tales. Los bancos donde iban sentados los remeros estaban situados en la cubierta, por lo que estaban a merced de las inclemencias del tiempo. Los condenados estaban unidos por una cadena, que sólo se soltaba cuando el reo quedaba libre, o moría. 
La alimentación consistía en una galleta llamada bizcocho, hecha de pan integral, y cocida dos veces, para evitar su fermentación. Era tan duro que hacía que los hombres - junto con el escorbuto - perdiesen la mayor parte de sus dentaduras. Cada día recibían una ración de habas - la legumbre más barata - y en ocasiones especiales se les daban arroz, o garbanzos. El agua apenas la bebían - sólo la tomaban en casos extremos - porque estaba podrida. Decían que a ese agua le había dado un mareo. Los condenados debían mantener la ropa limpia, el no hacerlo comportaba un castigo. Los castigos más habituales eran los azotes, recortar nariz u orejas, infligirles quemaduras, etc. Eran frecuentes los azotes, que se les daban en la cubierta a la vista de todos.
Los castigos a muerte eran el descuartizamiento: se colocaba al reo en una barca con cada uno de los pies y las manos atados con una cuerda que llegaba a cada una de cuatro galeras, que a la orden de "remar", lo hacían en cuatro direcciones diferentes. Otro método consistía en atar al reo en la cubierta de la nave, sin que le tocasen los pies al suelo. Se le colgaba de los testículos una bolsa que contenía balas de cañón, lo que hacía que se le desprendiesen y le provocasen la muerte.       

#autodefe#inquisicion#sodomía#edadmoderna#sigloxvi-xvii#

Este cuadro refleja el fastuoso Auto de Fe, celebrado en Madrid, en 1680.
Los autos de fe se celebraban en  las ciudades, cuando el Santo Oficio tenía un número suficiente de reos. Aparecían todos los acusados de herejía, pero en la Corona de Aragón también lo hacían los sodomitas, pero sólo aquellos que iban a ser relajados. A los acusados se les investía con el sambenito. Se les leía la sentencia y al acabar cada uno iba hacia su destino. Los relajados eran entregados a las autoridades civiles para que les aplicasen la pena de hoguera. Los condenados a galeras regresaban a la cárcel para esperar su traslado a las naves. Los que debían ser azotados lo serían al día siguiente por las calles de la población. Sólo unos pocos - por lo general, menores - recibían ese castigo en el patio de la Inquisición.
Este Auto de Fe, celebrado en la Plaza Mayor, fue presidido por el rey Carlos II. A su izquierda, en las gradas, estaban los condenados, situándose los merecedores de mayores condenas en la parte superior, para ser vistos por todos. En las de su derecha se encontraban los miembros del Santo Oficio, inquisidores, promotores fiscales, abogados, familiares, ocupando el sitial más alto - muy por encima del rey - el Inquisidor General, el cual antes de empezar el acto descendió de su sitial para pedir juramento de fidelidad a la Iglesia y a la Inquisición al rey, que dio su palabra real.